domingo, 18 de enero de 2009

No más que el saber me place el dudar.

El sueño me consume mientras escucho aquellas empolvadas canciones que se encuentran en el viejo disco duro de mi reproductor.
Me gusta el sonido del piano, aprenderé a tocarlo algún día.
Me hace recordarlo, a él y a su sonrisa. A su mirada tan profunda y a su piel rasposa sin rasurar.
Hoy estuve desganada durante el trabajo, intenté distraer mi mente en las personas que se acercaban a ordenar. Pero él seguía evocando mis recuerdos con el eco de su voz, lo extrañe tanto, más que de costumbre.
Creo sentir miedo a los días fríos que se aproximan precaviéndome a lo que sigue.
Ha sido una cuenta regresiva desde entonces. Me deprime pensar en ello..
Yo sé lo que él siente por mí, yo sé que se entristece también y esconde su coraje con la mirada perdida hacia el suelo.
Puedo percibir sus dudas a través de los silencios ajenos a nuestras extrañas llamadas telefónicas. Yo sé que él siente miedo también.

Tal vez realmente no quiera esto, o tal vez si lo quiera.
Quisiera que entendiera la importancia de su existencia en mi vida, quisiera poder hacerlo pequeñito y llevarlo dentro de mi bolsillo. Pero creo saber que los kilómetros a distancia nos harán más fuertes, más de lo que hemos vivido y sentido.

Ahora solo nos queda reprimir todo ese desorden y desgaste mental que ambos poseemos al contradecir nuestras razones, al lastimar nuestros sentimientos con palabras dichas con las bocas secas, que salen sin orden alguno ante la evidente situación que desemboca en disgustos disfrazados de discursos.

Ahora solo nos queda esperar…
Esperar a que pase el tiempo, esperar a intentar adaptarnos a la circunstancia que nos rodea buscando la conversión en nuestras convicciones.
Pero que al final de todo, sé que seguiremos sintiendo lo mismo que ayer y hoy, lo mismo que ahorita y hace una hora

Sí… Lo extraño demasiado.